jueves, 14 de mayo de 2009

Mirando al tendido

Odio las urbes. Ese pensamiento martillea mi cabeza cada vez con una mayor insistencia. Todo colas, prisas, nervios, impersonalidades caminantes, no hay un gracias, un me deja pasar, un me alegro de verte. Pero por lo que más aborrezco estas masificaciones contemporáneas es por lo que dejan tras de sí, por todo lo que las envuelve. Su aire. Eso no se respira, la ciudad te lo sirve cual máquina expendedora de cilindros alquitrantes para tu ansioso y atropellado consumo. 

En cambio, en el pueblo todo es diferente. Con una frecuencia creciente pienso en el que yo consideraba mío aunque no lo fuera. Él me adoptó con la hospitalidad que sólo puedes encontrar en esos lugares, me encerró en su tranquila naturaleza consciente de mi feliz consentimiento, dio rienda suelta al desparrame de mi mente y alma, tan constreñidas y arrugadas por culpa del  cotidiano ahogo ciudadano. El sentido de la expresión "dar un paseo" vuelve a encontrarse, no hay más agobio que el de vivir, no hay más prisa que la que uno quiera inducirse. Vuelven los sabores, los olores, vuelve el aire que te extasia si lo tomas a grandes dosis, vuelve el sordo agradecimiento de tu cuerpo al descansar su lucha contra los factores extraños portadores del virus de la sinrazón.

Y destacando sobre todo lo demás, vuelve la paz. La tristeza tiene la hondura recalcitrante que se le sospecha, la alegría tizna con un mayor énfasis las emociones, el niño tiende a ser como un niño y el adulto....el adulto busca la autenticidad perdida, aquella que guardó en un rincón de la vieja casa familiar, aquella que hoy, mira por donde, no encuentra... Lógico. No se acuerda de que se la llevó consigo. Y en la ciudad la perdió por las prisas, por la falta de un "gracias", por el aire que todo lo engulle y nada te da, salvo arcadas cuya causa olvidaste.

3 comentarios:

  1. Me siento muy identificada porque yo he vivido siempre en un pueblo y al llegar este año a la ciudad he visto lo muy desagradable que me resulta... En particular el tráfico y el tiempo tras el paso de cebra esperando a que cambie de color el semáforo. Bueno! y el aire de la ciudad uff, tan pestilente... Tengo problemas en los ojos por culpa de tanta polución y no me agrada ni tirarme en un parque al sol porque exhalo y sólo encuentro ese olor que me transporta a un matadero de cerdos. anda, que vaya bien.... por la ciudad aunque sea

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  2. Lo que no sé es de que ciudad eres

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  3. vaya, granadino! ¿qué haces por Granada? a que te dedicas? ¿cómo quieres que te llame?
    un interrogatorio en toda regla.
    Sí, ese es mi ex... traté de camuflar la foto todo lo que pude para que no pareciera casera, pero vamos me has pillado de lleno. Somos tan feos como la gente de la calle...

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