jueves, 24 de septiembre de 2009

Una desilusión ilusionante

A machetazos rojos desperté de mi letargo. Fueron repetidos, y tan afilados que desgarraban finalmente las costuras que tejí con la piel del desamor. El derramamiento de sangre fue fingido, y mi reacción al salir de la ensoñación fue fatua, como sorprendido a la vez que esperaba su llegada.

No significa nada, pero es tan valioso para mí... Me devuelve al tren de la libertad, donde mi sitio en el vagón sigue tal como lo dejé, en el lado de ventana, con la baraja desparramada sobre la bandeja, con el asiento reclinado a mitad. Gracias a este paréntesis carmesí vuelvo a cambiar de párrafo en mi diario, estreno hoja nueva, encabezada con la fecha en colores y mi nombre en mayúsculas, que ahora soy yo el que escribe y sólo lo hago de mí.

Lo que más gracia me hace es que ella no es consciente de nada, es como la mariposa que prosigue su aleatorio aleteo mientras al otro lado del mundo se desencadena la desordenada sinfonía a la que dio comienzo cual colorida directora de orquesta. Mejor que sea así. Aunque no tengas nada que ver en mi devenir, gracias por reconducirlo de manera inconsciente. Una desilusión que acaba con un "To be continued" con la mejor pinta que he visto en mucho tiempo en mi vida.

miércoles, 16 de septiembre de 2009

Pasen y lean

La huella de tu pies difuminándose en la arena, la película de saliva que dejas en mis labios, la marca de las uñas sobre mi espalda, tu olor en la flor que acabas de oler, tu sombra en el alféizar cuando te acabas de ir, el rosco de tu toalla de secarte el pelo, el rastro de tu mirada furtiva en medio de la fiesta, la silueta que dejas al salir de la cama, tu vaho que empaña mis gafas, la estela que dejas al quitarte del espejo, tus lágrimas que mojan mi cuello...

Pero sobre todo tu perfume. Ése que está por todos los lados que tú no pisas, ése que ya no te pondrás pero que me seguirá acercando a tu ausencia, ése que irradia la soledad desubicada que sustituye estos meses a mi sombra. Tu perfume es el más recurrido de todos.

Bievenidos a mi enorme Museo de Recuerdos Tuyos que visito a menudo en mi imaginación. Las entradas se agotaron desde hace meses.

Lacerada lealtad

Es para mí el cuerpo, es para mí el alma, una simbiosis de dos símbolos en constante lucha, una personificación del yo impulsivo y el yo reflexivo que se enfrentan a cada segundo, en tantas y tan furtivas contiendas que nunca tienen final decidido ni inicio confirmado. Todo viene de la envidia del uno al otro.

Porque el cerebro envidia al corazón. Ay, cómo ansía retorcerse de placer, esas revoluciones hormonadas cuando lo tocan, e incluso aquellos respingos que musita cuando se está rompiendo. Ansía sus mil y una vidas, sus vidriosos resquebrajamientos seguidos de reconstrucciones gelatinosas, su fragilidad y su fuerza. Y por eso lo ridiculiza, le niega todo lo que anhela, lo ciega y engaña, lo alza y lo estampa.

Qué pena que siempre haya un perdedor. Y no es ni el cerebro, ni el corazón. Es el dueño de ambos.