Siempre está recostado en el mismo lugar, en la esquina de un casino que quizá le recuerde la mano azarosa y tirana que lo trajo hasta allí. El conjunto de sus exequias suele posarse en las sombras, resguarnecido por la indiferencia peatonal, buscando un mendrugo de pan, un mendrugo de compasión vecina, un instante de lucidez. Porque yo sé que lo tuvo, y de excelsa brillantez, si cabe.
¿Por qué? Por sus manos. Cubiertas por una capa de mugre y ph desbocado, sobresalen sus uñas, bien perfiladas, cuidadas con mimo y tesón. La de su pulgar era la mejor estudiante de la clase musical. Uña larga, redondeada, cutícula definida, a prueba de cualquier rasgueo. Con ella y la ayuda de sus congéneres aprendió a amar a la única que le escuchó, comprendió y, ay, a la única que sigue echando de menos cada noche...a esa guitarra de porte alto y madera de caoba de vivero, que murió con su insolvencia.
Ya no desafía a la luna con ella. Y desde entonces está solo de verdad. Con esa soledad que tanto duele, ésa a la que no puede ya distraer con una punzante soleá, o una pícara bulería. Desde que lo venció el alzheimer de las calles, sólo conserva ese ritual de limado, no suficiente para seguir perdido entre esas cinco líneas paralelas y equidistantes que marcaban su camino. Quizá se esté poniendo guapo pa`cuando vuelva. Aunque ya nadie se acuerde de él, ni los acordes que tanto se acordaban cuando ella estaba. Ni siquiera la maternal clave de sol que cada día lo despierta con un rayo tan directo como implacable.
Le llegaste a conocer o es sólo producto de tu imaginación?
ResponderEliminarYo conocí a un personaje que iba hecho un harapo pero tenía la particularidad de cuidar su dentadura con esmero, me ha recordado al detalle de las uñas perfectamente limadas como recuerdo de.... A saber a que se dedicó el que yo conocí, la verdad es que me lo he preguntado más de una vez
pues que yo sigo desafiando a la luna cada noche...
ResponderEliminarchucu chucu chuuu
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